Historia del Messidor y de Sara Madero de Demaria Sala

Compartimos el artículo publicado por el periódico de Arlette Neyens “El Pionero” en sus ediciones del 24 de enero del 1995 y 7 de febrero del mismo año. Fue enviado por Mónica Hunko y escrito por Mechi Palavecino por entonces a cargo del Museo Regional de nuestra localidad.

 

A veces, por esas extrañas casualidades de la vida, nos llegan a las manos documentos maravillosos que van conformando la historia de esta región cordillerana patagónica.

Así fue, que conversando con Jorge Grin me comento que en una oportunidad tuvo una entrevista con Sara Madero de Demaria Salas, la primera propietaria de Messidor.

Por gentileza de Grin, hoy tenemos una cassette grabado con la voz de Sara Madero contándonos la historia de Messidor.

Bajemos las luces, casi desde la penumbra escuchemos lo que nos cuenta.

“Mi primo Ezequiel Bustillo era director de Parques Nacionales y por los años 36 pensó en crear algunas Villas alrededor de Bariloche, como Villa Traful y Villa La Angostura. Entonces sacó a licitación una serie de lotes y entusiasmó a los amigos para que invirtieran allí. Ese lugar pareciera que nunca nadie hubiera estado allí desde la creación del mundo.

Cuando se abrieron las licitaciones yo salí adjudicada con ese lote. Mi marido aceptaba mi entusiasmó, pero él no era tan entusiasta. Yo me entusiasmé porque vi esa belleza incomparable y teníamos la obligación de edificar antes de los cinco años para tener la posesión definitiva. Entonces comenzamos por hacer una casita de troncos. Después tuve la desgracia que murió mi madre. Y me vino la idea un poco fantástica de que me iba a ir allá a construir. El Doctor Pinedo, que también había comprado, me decía, usted no vaya a vender esos lotes.

Y así fue, después que murieron mis padres yo pensé en hacer esa construcción con Alejandro Bustillo, porque Alejandro nos tomó a todos bajo su protección. Era un gran artista, el tenía una visión del terreno fantástica y del emplazamiento. Allí hubo que encontrar el acceso, había que ver donde emplazarla, y había un alemán, que no se si vive todavía, que se llamaba Carlos Hensel, que fue encargado de Cumelén cuando era de Bustillo, era un hombre muy capaz y él me trazó el camino para encontrar esa plataforma, donde emplazar la casa, porque usted habrá visto que es un camino medio sinuoso y pintoresco. Y a los costados todo esta con piedras sosteniendo, para que no se derrumbara la tierra. Bueno, ahí se eligió el emplazamiento, frente a la península de Quetrihue, con la vista del acantilado casi al frente, y al fondo se ve la Estancia Huemul, el lago, y se veía llegar la modesta victoria, el primer barco importante que hubo, y por el lago de la derecha se ve el Machete.

Los recuerdos siguen lentos, con la voz algo temblorosa, pero nada se pierde en la memoria de esta mujer que ha visto mucho de la historia de este lugar y también del país.

La casa la hicimos de piedra porque yo le tengo mucho miedo a los incendios. Todo ese granito era de la zona, todo el material era de la zona. La idea de la casa se la di yo a Alejandro, porque un día paseando por San Isidro vi una casa de un doctor “Schutz” que era de piedra un poco así, y le dije a Alejandro por qué no vas a ver esa casa. Y la vio, pero él imagino una casa mucho más grande. Yo me asuste cuando vi los planos, pero estaba hecho con tanto cariño y tanta generosidad que no me atreví a decirle que lo modificara.

Claro, yo solo tenía dos hijos, pero también las familias crecen, y en un lugar así hay que tener visitas porque si no es un poco aburrido, pero también cuando llegan las visitas hay que pasearlas por todos lados, si no ellas también se aburren, así que es un poco sacrificado, no se cómo en una estancia que no hay nada que mostrar y se quedan allí. Pero ahí cada persona que iba de la familia o lo que sea querían ver todo y entonces teníamos que ir a todos lados.

Bueno eso era muy simpático y agradable cuando uno era joven, pero después cuando una ya tiene sus años y los hijos crecen y quieren ir a otras partes, en realidad no hay nada que hacer, y eso se vuelve muy solitario.

Entonces continua la voz de Sara Madero -, viene la segunda parte, se presentó el senador Elías Sapag, para asustarme un poco que iban a aumentar los impuestos. En fin, una manera diplomática de pedirme la casa, y a mi no me venía mal la idea porque era una casa muy difícil para vender, entonces me dijo que seria para la provincia del Neuquén y me pareció un lindo destino.

Los recuerdos saltan de un tiempo a otro

En la construcción trabajó mucho Hensel, pero en realidad había un constructor que se llamaba Longaretti, era un italiano que para la madera era un as, un hombre excelente, tenía el arte de trabajar los troncos. Usted habrá visto las paredes todas trabajadas, eran de cipreses traídos del otro lago del lago en balsa, ésa es una obra que ahora no creo que se pueda hacer.

Del parque le digo la verdad me gustan mucho las flores, pero en ese paisaje tan grandioso me gustaba dejarlo así como era, tenía nada más unos rosales a la entrada, que me los dio una señora de Dawson, una señora que tiene mucho campo allá en Neuquén, gente grande, gente inglesa y ella entendía de flores y me aconsejó, y después puse allí atrás me parece que una sequoias  que eran de la isla Victoria. Ahora me han dicho que al frente hay unos árboles que han crecido demasiado y que tapan la vista.

Jorge Grin le explica: se trata de pinos Oregón, que es un árbol exótico, hay mucho en Cumelén y los trajo y plantó Carlos Hensel justamente, es un árbol de crecimiento muy rápido, y aquí aparentemente se plantaron en la época del Gobernador Rosauer, que tenia vivero, eso fue después que usted vendió la casa.

Sara Madero no había tenido demasiado referencias en estos últimos años sobre la casa hasta que mi nieto Ezequiel fue allá y me dijo que estuvo con esa señora muy amable (se refiere a Marga Münz de Moure, en ese momento administradora de Messidor) y el recordaba su infancia en esa casa, el tiene como treinta y tantos años.

¿El es un Denaria?

-No, él es Ayerza de apellido. Bueno, yo me acuerdo que después estaba la de Gándara un poco mas allá del otro lado y se les quemo la casa, pero después la rehicieron, ella es poetisa. (se refiere a Ana Gándara).

Los recuerdos saltan de una época a otra, de una idea a otra, de un sentimiento a otro. Ahora vuelve a aparecer la primera casa de troncos, la primera casa era el cumplimiento de la obligación con Parques. La casa de troncos la construimos cerca de la costa casi sobre el lago. Recuerdo que yo tenia como primeros habitantes un matrimonio de húngaros que el era un carpintero extraordinario (Alberto Bernas), que ya murió, fue el que hizo los anaqueles y los estantes de la biblioteca, también nos hizo un galpón para poner pasto. Después cuando ellos ya no estuvieron más vino otro casero y se le incendio todo el galpón. Porque nosotros teníamos unos toros suizos, se criaban muy bien con pasto “o villo”.  Los teníamos por tenerlos nada mas. Yo creo que la señora de este casero húngaro todavía esta en Villa La Angostura, ella se llamaba Gizella  Bernas, tenía dos hijos y uno se murió y tenían una casa en ese lugar que se llamaba El Cruce. Lo que se fue haciendo ese pueblito El Cruce ¿no?.

El Arquitecto Jorge Grin aporta otro dato sobre la casa de los Bernas.

Sí, esa casa se la construyó Carlos Hensel (padre), proyectó varias casas y edifico la hostería que tiene Hortensia Hensel.

Sí, y Hortensia vive todavía, ella tenia dos hijos uno, creo que el mayor es igualito a Carlos (el padre) también una hija agrega Sara.

Luego parece que los recuerdos dejan lugar a la curiosidad y entonces asoman las preguntas.

Digame arquitecto, ¿Messidor en que se puede convertir?

Bueno, Messidor es una residencia para el gobernador y para invitados- contesta Jorge Grin.

¿y van? Salta enseguida la pregunta.

Sí, ha habido muchos gobernadores y funcionarios de la Nación que han ido, delegaciones extranjeras, embajadores.

Ah, ¿y pueden ir así sin que haya un dueño de casa?

Si, porque hay personal, hay un administrador y cocinero y mucamas –le explica Grin.

Ah, ¿es como si fuera un residencial? Medita Sara Madero.

Bueno ahora hemos hecho arreglos – continua el arquitecto Grin -, hemos arreglado los techos y la calefacción.

Claro porque la calefacción no andaba, la casa era fría, no tenia persianas.

Sin embargo- aporta el arquitecto en los planos originales de Bustillo estaban proyectados postigones.

¿Ah si? No, no recuerdo, pero eso hubiera sido mucho mejor que aquellas esteras exteriores que ahora creo no están mas, eran muy sencillas y eran de madera, practico no es, es para salir de apuro, pero ahora le digo que los antiguos castillos no tenían persianas, ni vidrios (se ríe) eso seria terrible.

La memoria regresa a la obra de Bustillo y Sara arranca directamente con un “es interesante saber como se hizo la terraza”.

Y el Messidor vuelve a esta charla del atardecer en Buenos Aires.

-Al principio la terraza no existía, era de pasto y eso era bastante incomodo, pero una tarde que fue Alejandro bustillo con unos cuantos palos me dibujo la terraza, fíjate que justo están las proporciones sobre esa plataforma. Y de casualidad había unos obreros checoslovacos que labraban las piedras en esos lugares,  enseguida los llamamos y nos trajeron esa piedra bien rectangular, no era fácil encontrar  obreros tan expertos. Eso fue obra de la casualidad, porque encontrar esa gente allá, ahora seria difícil hacer una cosa así.

-Da la impresión que fue usted mas que su esposo la que impulso la construcción de  la casa y estuvo mas en contacto con el arquitecto? Pregunta Grin.

-Ah, indudablemente que sí, porque mi esposo fue demasiado bueno de dejarme hacer todo lo que quería, porque el no era tan entusiasta. A él le gustaba como mi hijo Fernando, la lectura y de ahí no lo sacaban. Bueno, cuando era mas joven, (le gustaba) salir, pero no fue un hombre de campo ni nada; en cambio yo crecí (en el campo) y como hemos vivido en el campo con mis padres uno queda con ese gusto. Tuve un sobrino experto en pasturas y me ayudo mucho para el campo, para la siembra, porque esos campos del oeste de Trenque-Lauquen son difícil.

¿siguen teniendo campos?

-Si claro, de eso vivimos por suerte mi nieto Segundo le gusta el campo.

La noche ha caído sobre Buenos Aires, las luces se apagan, el escenario queda a oscuras.

MARIA ROSA GREEN DE MENDEZ

La señora María Rosa Green de Méndez, durante su reciente estada en Cumelén tuvo la gentileza de colaborar para configurar una semblanza de Sara Madero de Demaria Sala.

Sara fue siempre una mujer de refinada cultura, suave, delicada y hermosa. Tenia gran encanto y atractivo, y al mismo tiempo un carácter muy firme.

Hoy con sus casi 90 años continua tocando el piano, románticas piezas de Chopin o de Schubert.

Es hija de Carlos Madero y de Sara Unzué. Los Unzué eran propietarios de una hermosísima casa en el lugar mas privilegiado de Buenos Aires, que fue comprada por Inglaterra y allí funciona la Embajada inglesa en la actualidad.

Sara Madero se casó con José Demaría, pero todo el mundo lo conoció como Pepe Demaria Sala. Tuvieron dos hijos, Fernando que es escritor y Sara Josefina que se casó con Ayerza.

Carlos Madero, el papá de Sara, era hermano de la mamá de Ezequiel y Alejandro Bustillo, por lo que ellos eran primos hermanos.

¿el nombre de Messidor? Bueno, se debe a que su familia tenía una casa muy hermosa en Mar Del Plata que se llamaba Messidor, por eso le pusieron el mismo nombre al manoir de Villa La Angostura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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