El imputado del homicidio de Pablo García dio su versión de lo que ocurrió

Francis Rodríguez ejerció este viernes su derecho de defensa y relató que atacó con el arma blanca a la víctima en defensa de una supuesta agresión con arma de fuego. Atribuyó el origen del conflicto a la venta y consumo de drogas. El acusado sigue detenido.

Francis Rodríguez, que está imputado por el homicidio de Pablo Andrés García, declaró este viernes y manifestó que agredió con un arma blanca a la víctima porque pensó que iba a ser atacado con un arma de fuego.

Durante toda su declaración que escuchó el fiscal del caso Adrián De Lillo y el defensor particular Cristian Hugo Pettorosso alegó que el origen del conflicto fue una deuda con García que le vendía drogas. El homicidio ocurrió el 6 de enero pasado.

El juez Juan Pablo Balderrama admitió al día siguiente los cargos que De Lillo le atribuyó a Rodríguez como autor del homicidio de García, que tenía 39 años, dispuso 4 meses de plazo para investigar el caso y le impuso 2 meses de prisión preventiva. En esa audiencia, el acusado mantuvo silencio. Ayer resolvió contar su versión del hecho.

El imputado tiene el derecho a defenderse y declarar su versión de los hechos, aunque no tiene la obligación legal de decir la verdad como ocurre con el caso de los testigos.

El abogado que asiste a Rodríguez informó a LA ANGOSTURA DIGITAL tras la audiencia que la matriz del problema estuvo en la comercialización de drogas, según el relato de su asistido.

Rodríguez relató que el cuchillo que usó para atacar a la víctima era del propio Rodríguez. Y dio indicaciones al fiscal del lugar donde lo había tirado supuestamente, porque el arma aún no ha sido hallada. 

Venta de estupefacientes

El abogado contó que el imputado declaró que hacía tres años que le compraba drogas a la víctima. Dijo que García siempre andaba armado y que en el barrio El Mallín “todos lo sabían”. “Que la venta de drogas era de día y de noche”, aseguró ante el fiscal.

Según el imputado, la familia de la víctima está supuestamente relacionada a la venta de estupefacientes.

El acusado relató los perjuicios que le había causado el consumo de drogas en su vida. Dijo que le compraba a García el gramo de cocaína a 6.000 pesos y el medio gramo a 3.000 pesos. También le vendía pasta base.

Explicó que García le exigió el pago de la deuda que él tenía por la compra de drogas. Allí, se originó la discusión y la pelea fatal.

Dijo que pensó que García lo iba a atacar con el arma de fuego que había mandado a buscar durante la riña, que ocurrió frente al domicilio de la víctima. Y alegó que no pensó que la herida podía causarle la muerte.

El abogado dijo que el análisis toxicológico que se le hizo a Rodríguez tras la detención, confirmó que tenía cocaína en sangre.

Pettorosso dijo que cuando se revise la posible extensión de la prisión preventiva pedirá la libertad de su asistido.

La opinión del defensor

Para el defensor particular, “se trata, claramente, de una cuestión de gravedad institucional. El Estado argentino ha asumido compromisos internacionales en la lucha contra el narcotráfico. Los engranajes del Estado; y en particular distintos actores de Justicia, y órganos auxiliares de prevención, no han cumplido con tan sagrada misión, que es velar por la paz social, y cuidar la salubridad de la gente”.

“La droga mata, destruye proyectos de vida, enferma y genera violencia, expande delitos de distintos tipos; y el Estado ausente, por falta de oficio público, de eficiente servicio, ha permitido por omisión de actividad el comercio de estupefacientes a la vista de todos, y durante años”, sostuvo.

“Hay que poner el prisma adecuado para analizar esto, que es, ciertamente, muy llamativo; dispara alarmas, y, cuanto menos, habla de cierta inutilidad de quienes deben prevenir y reprimir estos delitos, que son de los más graves que tiene la norma penal, y los que mayores consecuencias dejan en la sociedad”, enfatizó el defensor del acusado.

“Mi defendido, antes que victimario, es una víctima de un sistema perverso, inútil, que se jacta de eficiente cuando no lo es; mostrando alegremente allanamientos y otros procedimientos en las páginas de prensa, persiguiendo ladrones de gallinas. Se criminaliza al adicto, y se dejan impunes y libres a los mercaderes de la muerte”, afirmó Pettorosso.

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