“El intento de magnicidio es el hecho convocante para la reflexión…¿Las palabras no matan?”

Sr. Director:

¿LAS PALABRAS NO MATAN?

“… Algunos sostienen que las palabras no matan. Pero cuando más mira uno el ciclo de odio y recelo mutuos encizañado por declaraciones irresponsable. Más cuesta creerlo …”
Antony Beevor

¿Cómo es que las palabras pueden matar? ¿Cómo es que la historia y la memoria ya no ilumina, nuestro presente? ¿No nos habían dicho que la violencia fue la expresión en la sociedad europea, de entre guerra, hundida en la miseria y el dolor, con una profunda crisis social y económica, que derivaron en el surgimiento del nazismo y el fascismo? ¿Cómo es que neguemos el pasado cuando es lo que nos constituye? ¿No fueron las palabras las que coadyuvaron al estallido de violencia y odio en los años `70 , que derivo en terror y muerte cuyo corolario fue 30.000 detenidos desaparecidos, secuestro de bebes y niños? ¿Cuándo se cambió tan brutalmente el significado de las palabras que históricamente construyeron los lazos sociales que nos han permitido la convivencia social?. ¿Se puede negar la violencia de las palabras contra Cristina Fernández, Violencia que se puede rastrear, con claridad, desde el conflicto con el campo?

Con el Epígrafe elegido de Antony Beevor, se intenta convocar a realizar una profunda reflexión. Los usos y abuso de las palabras y la relación entre las palabras y los hechos. Asimismo Beevor alerta acerca de la responsabilidad o irresponsabilidad de aquellos usos, de discursos estigmantizantes que luego se transforman en hechos de violencia y muerte.

El intento de magnicidio es el hecho convocante para la reflexión, pero si ampliamos el horizonte con claridad vemos actitudes violentas y discriminatorias en escuelas, en eventos deportivos, en los boliches, peleas barriales, canchas de futbol que muchas veces terminan en muerte. Estamos en presencia de una guerra de palabras que orada la convivencia social. No hay lazo social que sostenga a sujetos a quienes les han colonizado su subjetividad. Ya no piensan por ellos, expresan y hacen los que otros dicen e imponen.

Banalizar el atentado contra la Vicepresidenta, es ignorar o incentivar desde los discursos, la ola de intolerancia y perversidad en la que ha caído la Cultura Política, en un contexto dónde el lenguaje del odio se transmite sin pausa por los medios hiperconcentrados y de muchos de los dirigentes de la oposición al gobierno del Frente de Todos. La frase “Son ellos o nosotros” evidencia lo ante dicho. Esta expresión cargada odio refiere a la exclusión del Otro, al adversario, al diferente estigmatizado por raza o color, sexualidad o ideología.

Las palabras no son inofensivas, y menos cuando se las repite persistentemente en la construcción de la segregación política y racial. No es casualidad su uso, es una construcción que viene desde el sarmientino “Civilización y Barbarie” del S.XIX.

No es Cristina. Ella es la representación visible de un proyecto y modelo de país con inclusión social. y a quienes apoyan y defienden un proyecto político sin exclusión, con un Estado presente, fuerte capaz de realizar el control necesario que evite el contrabando, la evasión de impuestos, la fuga de Capitales, las cuentas Off Shore, controlar las ganancias de las grandes empresas nacionales y transnacionales, como se hace en Francia (Carrefour) y EEUU (Wal-Mart).

La derecha vernácula, que se dice democrática y republicana, pretende arrasar con la democracia, la Constitución, la República (poder Judicial colonizado) y con ello todos los Derechos construidos socialmente. No le perdonan a Cristina la privatización de las AFJP, YPF, la AUH, jubilaciones, Aerolíneas Argentinas, ARSAT, Plan Raíces, el Correo, Ferrocarriles, etc. Vienen a recuperar aquello que consideran propiedad privada, a recuperar sus privilegios perdidos. Repito, NO es CRISTINA, sino el proyecto político que representa, incluso puede ser un Otro que pretenda desarrollar políticas de inclusión. Pretenden destruir a Cristina desde la deshumanización, descalificación, y cosificación desde un discurso dicotómico, cargado de calificativos que solo generan odio, violencia y muerte.

Prof. Susana M. Campos

Villa la Angostura

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