Sr. Director:
El planteo de derechos y obligaciones es una observación que genera debate en la Argentina. Los sectores populistas, sobre todo aquellos que se autoproclaman defensores de los derechos de los trabajadores, suelen resaltar la importancia de los derechos laborales: salario digno, estabilidad, negociación colectiva, licencias, protección social. Eso, en principio, es legítimo y necesario en cualquier democracia.
El problema surge cuando esa defensa de los derechos se desliga de las obligaciones que tenemos todos los ciudadanos, incluyendo los propios trabajadores. Y allí aparecen algunas contradicciones:
✅ Se reclama por derechos adquiridos, pero se ignoran deberes básicos: como el cumplimiento efectivo de las tareas, el respeto a los horarios, el uso responsable de recursos públicos, o el esfuerzo por contribuir al bien común y no solo al propio beneficio.
✅ Se victimiza al trabajador mientras se justifica el privilegio: muchos dirigentes y militantes kirchneristas hablan de “derechos conquistados” mientras se aferran a estructuras que garantizan sueldos altos, licencias desmedidas o beneficios que el resto de la ciudadanía, que los financia, no tiene.
✅ Se condena al que produce y se exculpa al que incumple: en ese relato, el empresario o el empleado presente, es visto como enemigo, pero el empleado que falta, que no produce o que abusa de su posición suele ser presentado como un héroe que resiste.
✅ Se habla de solidaridad, pero se actúa con corporativismo: en lugar de pensar en un sistema donde el esfuerzo y el mérito acompañen a los derechos, se fomenta un esquema de privilegios corporativos que terminan siendo insostenibles para el conjunto de la sociedad.
En el fondo, lo que queda claro es que los derechos sin obligaciones terminan vaciándose de sentido. No hay derecho al salario si no hay productividad. No hay derecho a licencias si no hay compromiso. Y no hay verdadera justicia social si el peso del esfuerzo lo cargan siempre los mismos.
Luz Ricardes
Referente de LLA